Una mañana que puedas date una vuelta por cualquier oficina de cualquier delegación de cualquier consejería de tu comunidad autónoma. Cuenta cuántas mesas hay, cuántas están ocupadas y cuántas personas están atendiendo a los ciudadanos y/o haciendo algo que se parezca a trabajar. Cuenta cuántas personas hay haciendo alguna cola y cuánto tardan en atenderles. Si te sorprende el resultado, date una vuelta y vuelve en una hora, para evitar el efecto que podría tener la media hora del derecho al desayuno.
Si puedes busca información de servicios que están en manos de empresas públicas o subcontratados con empresas privadas que se corresponden con servicios y competencias que tendrían que prestar las propias consejerías: toda una estructura paralela y duplicada con personal carísimo cuasifuncionario y que escapa al control de la función pública.
Después vete al ayuntamiento de tu ciudad y mira el directorio de servicios, analiza cuántos son real y estrictamente necesarios para que tu ciudad funcione bien: agua, alcantarillado, alumbrado, aceras, autobuses, etc. y cuántos son perfectamente prescindibles.
Si tuviéramos acceso a los presupuestos podríamos saber cuánto nos gastamos en servicios perfectamente tan inútiles como ineficientes.
Cuando llegues a casa, enciende el televisor y busca cadenas de televisión y radio públicas regionales y/o locales, analiza si realmente prestan algún servicio público: ¿cuál?. Son carísimas y han generado a su alrededor una red de productoras de programas a sobreprecios tan altos como malísimos son sus productos. Luego, si puedes ver los informativos, además de ser el altavoz del gobierno de turno de la comunidad respectiva, resulta que tienen corresponsales en medio mundo. La mayor estupidez informativa es cubierta por todos los corresponsales de todas las televisiones autonómicas.
¿Sobran funcionarios? SÍ.
¿El Estado es eficiente?: NO.
¿Nos ahorraríamos muchísimo dinero si cambiamos el modelo?: SÍ.
¿El gobierno del Reino de España debe recuperar competencias?: SÍ.
J.A.